El mes número 8. El mes “entre y entre”. El que viene después de julio con mucho trabajo y el que está antes de la vuelta al cole, vuelta a la rutina, a volver a las reuniones largas en la oficina típicas de septiembre…
Para mucha gente es el mes más esperado del año: porque tienen vacaciones y pueden irse, por ejemplo, a la playa con toda la familia y desconectar de la vida en la gran ciudad. Básicamente, el mes (o al menos una o dos semanas) de la calma y la tranquilidad.
No obstante, para muchas otras personas es el mes más caótico del año. Ya sea porque viven en la zona de playa y es cuando más gente, demasiada incluso, reciben en sus localidades o por que todo está carísimo para irse de viaje de último minuto.
En esta ocasión, vamos a centrarnos en el caso de Mallorca y el mes de agosto, que supone una saturación de personas que hace que la vida diaria en la isla se transforme en una pesadilla que ni el mismísimo Freddy Krueger se la hacía pasar así a la gente en Elm Street. 😊
Hoteles con una ocupación del 100% (raro es que algún hotel tenga aún alguna habitación libre y más a mediados de mes… ¡y a qué precios! (eso sí, ley de oferta y demanda, normal…), masificación en todas partes (ni las Naciones Unidas tiene tantas nacionalidades (valga la redundancia) en un mismo sitio) tanto en playas como en carreteras, recursos que parece que nunca se agotan, y unas temperaturas que hacen que te derritas.
Suena a película, pero es un día cualquiera en Mallorca durante el mes de agosto… e incluso en julio. Pero el matiz es que estamos hablando generalmente de las zonas más turísticas (sí, aquí hablamos de ‘clichés’, de las zonas más conocidas) y nos olvidamos de la necesidad de vivir, presentar y ofrecer la otra alternativa que tiene que ofrecer la isla.
Mallorca no deja de ser un paraíso, pero necesita que lo cuidemos. Apostar por un turismo más responsable, menos centrado en la inmediatez y más abierto a lo local, puede marcar la diferencia. En lugar de seguir las rutas que marcan las redes sociales, ¿por qué no dejarse sorprender por lo que no sale en Instagram?
Agosto seguirá siendo un mes de alta demanda, pero cada persona puede elegir cómo vivirlo: o bien sumarse al bullicio, o bien buscar nuevas formas de conectar con la esencia mallorquina. Porque Mallorca, incluso en plena temporada alta, sigue teniendo rincones donde respirar, descubrir y disfrutar con calma.
Entonces, desde aquí, te animamos a vivir y experimentar las zonas que no están tan masificadas, los pueblos cercanos al hotel, un oasis de paz, tranquilidad, con gente local, descubriendo sus tradiciones, su cultura, sus locales, su forma de vida. Una oportunidad de crear nuevos vínculos, nuevas relaciones, nuevas emociones, conectar de una forma distinta, creando “pueblo”, saliendo de la zona de confort en la que estamos inmersos como humanos (aunque a veces parezcamos robots siguiendo una rutina en estilo “autopilot”) y nuestras realidades.
Mientras la costa se llena de sombrillas, el interior mallorquín ofrece una experiencia diferente. Pueblos como Sineu, Petra, Montuïri o Sant Joan conservan una calma que contrasta con el bullicio de las zonas costeras. Aquí, se pueden encontrar mercados tradicionales, arquitectura rural, bodegas familiares y una gastronomía que se aleja de los menús turísticos.

Agosto también puede ser el mes perfecto para redescubrir el patrimonio cultural de la isla: visitas a talayots, castillos, museos locales o iglesias rurales. Además, muchos pueblos organizan talleres, ferias o fiestas patronales que permiten un contacto más cercano con la cultura mallorquina. Participar en un taller de cerámica, una cata de aceites o una clase de cocina tradicional es una forma de apoyar la economía local y vivir experiencias únicas.
Así que, en definitiva: esta es una invitación -más bien una reflexión- a unas vacaciones conscientes. A disfrutar de verdad, de forma real, natural y estando -como en la vida misma- centrados en el aquí y en el ahora, sin olvidar la huella que dejamos.