En este post nos centraremos en aspectos más históricos y visuales que Palma ofrece a todas las personas que la visitan. Paseos por los patios, iglesias y algunos de los edificios más emblemáticos de la capital balear.
Unos patios que otorgan a Palma, y a las casas que los albergan, una personalidad y un encanto especial. A través de ellos se cuenta la historia de la ciudad, desde su arquitectura -ya que algunos datan del siglo XIV, hasta algunos del siglo XX- como lo que representaban en la sociedad del momento.

Un patio emblemático de Palma.
En ellos, al considerarse espacios semipúblicos, se reunían personalidades de la sociedad del momento, siendo testigos de acontecimientos políticos, sociales e incluso amorosos de los palmesanos. Poco que envidiar a los eventos (los no tan trágicos) que vivieron en Italia los conocidos Capuletos y Mostesco. Así que pasearse admirando estas bellezas arquitectónicas no tiene precio.
Pero no sólo de patios está lleno Palma, sino que también algunas de las iglesias más bonitas y curiosas como son la iglesia de San Francisco (Sant Francesc), con un claustro medieval del siglo XIV, o el convento de Santa Clara, en la calle de Can Fonollar, 2, que fue fundado en el año 1256 por las monjas de la orden franciscana de Santa Clara, procedentes de Girona.

Imagen del Convento de Santa Clara en Palma.
Lo más interesante, y que sigue formando parte de la cultura palmesana a fecha de hoy, es que las novias de Palma suelen ir a ofrecer su donación, llevándoles huevos a las monjas, para hacer que no llueva el día de su boda. Una tradición centenaria que se mantiene, y parece que sigue surtiendo efecto, pues son cientos de parejas que anualmente les procesan sus preocupaciones. Pero ¿qué hacen con estas ‘ofrendas’? Pues realizan dulces que venden a todas las personas que se acercan a ellas o visitan el convento. Una forma de mantener viva esta tradición y de que la sociedad (y turistas que se acercan) siga conociendo y disfrutando de la labor que estas religiosas llevan a cabo desde hace cientos de años.
Otro de los edificios más emblemáticos de la ciudad, por no decir el que más, y que no puedes irte de la isla sin visitar es la catedral, conocida como La Seu.

Catedral de Palma (aka La Seu)
Ahora, como debe ser, te damos una breve clase de historia para conocer más detalles sobre esta joya: la Catedral de Mallorca empezó su construcción en el siglo XIII y se concluyó en la década de 1630. La Catedral pertenece a la tradición gótica mediterránea, pero a lo largo de los siglos, ha incorporado las formas culturales de las épocas moderna y contemporánea.
La historia de la Catedral está íntimamente ligada a la monarquía autóctona. Después de la conquista de Madina Mayurqa (como se conocía a Mallorca) en 1229, Jaime I, rey de Aragón y conde de Barcelona, ordenó la consagración de la antigua mezquita mayor a la Virgen María como templo para el culto cristiano y también la construcción de nueva planta de otro templo que fuese conforme al estilo de aquella época, aprovechando parte del espacio de la antigua mezquita.
Tras la visita a La Seu, y sus posteriores fotos desde su mirador exterior, con el Mediterráneo de fondo, te recomendamos que te pasees por los jardines aledaños y que te pierdas por el Paseo del Borne (Passeig del Born), donde encontrarás algunas de las tiendas más lujosas, edificios con arquitectura fascinante y el cariño de la gente palmesana paseando tranquilamente. Eso sí, es el momento de reponer fuerzas y descansar un poco. Nuestra recomendación: Bar Bosch, donde puedes comerte un ‘Variat’ (variado de raciones) o un buen ‘llonguet’ (realmente es un bocadillo, pero este pan típico de Mallorca lo hace aún más bueno). Nuestra sugerencia: sobrasada, queso o camaiot. ¡Sabores que quitan el sentido!

¿A quién no le va a gustar un variadet mallorquí?

Un llonguet, siempre es buena opción. ¡Más light! 🙂